lunes, 7 de octubre de 2013

¡Miren señores! ¡Que a mis pies tengo Flores!

Lunes 7 de octubre del 2013

Son las ocho de la mañana (bip) y hoy hemos amanecido en Labuanbajo, en la isla de Flores. Hugo llega mañana de una salida en barco por las islas Komodo, uno de los mejores lugares del mundo para hacer buceo. Ese es su trabajo. Para los que vinieron hace cuatro años con nosotros corroboro: Labuanbajo está igualita, Ah! Y Sape también.




Hemos dejado atrás la isla de Sumbawa con su gente sonriente, amigable y humilde . Me ha parecido una
isla bastante pobre, seca (claro que estamos al final de estación seca) con playas especiales para surferos y algunas playas espectaculares de las que hemos echado buena cuenta.

Entramos en Sumbawua desde Lombok en ferry por la ciudad portuaria de Poto Tano, y rápidamente cogimos un transporte hasta la ciudad de Taliwang. Ya por el camino fuimos comprobando las diferencias con Lombok y sobretodo con Bali, las casas, la vegetación, la geografía, realmente cada isla de Indonesia es diferente. La primera noche la pasamos en la pequeña Taliwang, donde no abundan los turistas, así que nos convertimos en la atracción del lugar. Nos separamos para dar un paseo y cuando me dispuse a buscar a Dayla y Pedro no tuve más que preguntar: ¿Has visto a un hombre alto con barba con una mujer también blanca? - ¡Oh, si! Los he visto por allá. Fue divertido.


Al día siguiente partimos a Sekongkang, un pueblo al suroeste de la isla. Un bus local nos llevó a Maluk, y de allí teníamos que tomar algún transporte privado. Como lo que nos pedían nos parecía muy caro (30.000 rupias por cabeza por ir en moto, unos dos euros) comenzamos a caminar resueltamente, cargados con las mochilas y bajo un sol abrasador. Nuestro destino quedaba a 7 Kilómetros. Al cabo de un rato una moto se ofreció a ir y volver tres veces y cobrarnos la mitad, comenzó con Dayla. Pedro y yo continuamos caminando hasta que nos paró un coche de policía, nos preguntó a donde íbamos y se ofrecieron a llevarnos en su coche, bien cómodos y fresquitos.


Así llegamos al resort Santai, en una playa de esas que te dejan sin respiración. En el lugar habitan surfistas puros, de los que se levantan a las cinco de la mañana para buscar la ola, personajes peculiares que nos dejaron las maravillosas playas para nosotros solitos. Después de unos días cambiamos de destino, acercándonos poco a poco al puerto de Sape. Ya teníamos los planes hechos de pasar un largo y agotador día de transportes públicos para llegar a Hu'u cuando, la noche anterior a nuestra partida, se nos acercó un señor explicando que acababa de venir de Hu'u para traer de allí a un turista y que si queríamos nos llevaba de vuelta por un precio especial, ya que el trabajaba para un resort que ya le había cobrado al otro turista el viaje de ida y de vuelta. Así que en vez de 15 horas de tartana tuvimos 8 horas de confortable monovolumen.

En Hu'u nos alojamos en el resort donde trabaja este chofer. El lugar esta bastante abarrotado de turistas surferos, apartado del pueblo, lugar por cierto muy humilde también. No nos gustó mucho así que al segundo día decidimos marchar.

Nuestro chofer nos había hablado de un chico, Carlos, que ayudaba a los niños en el cole. - Buena gente Carlos, decía. Dayla comprobó que tiene una web (por actualizar) que estuvimos mirando, en la que explica el proyecto sin ánimo de lucro que está llevando a cabo. Abogado de profesión y surfero asiduo del lugar, le llamó la atención el poco provecho que le sacaba la gente local al turismo y se dio cuenta de que nadie sabía ni papa de inglés fuera de los resorts.

 Comenzó a dar clases de inglés, así sin pensárselo dos veces y sin conocer el indonesio, y vio como la gente acudía en masa a aprender.... podéis ver su página web aquí (está sin actualizar, pero seguro que si alguien se ofrece a llevársela estará muy agradecido) y su página del facebook aquí, (lo siento Mercedes, guapa, me temo que esta información te la perderás, ojalá alguien te lo pueda mostrar, pero si puedes abrir el siguiente enlace te llevará directamente a un video donde lo explica todo personalmente “http://vimeo.com/28185327”). Estuvimos dudando entre irnos al día siguiente o contactar con él y ver que nos contaba, cuando de repente apareció por el puestecillo donde estábamos comiendo. Se alegró mucho de vernos, supongo que siempre da gusto hablar un rato en tu lengua materna, y nos invitó a acompañarlo esa misma tarde a una de sus clases de inglés. Fuimos Dayla y yo, y lo pasamos genial. Vimos cómo se aplican con el inglés, y cómo se lo curra Carlos. La ONG soy yo, dice, la gente se espera algo más pero sólo soy yo. Va de cole en cole dando sus clases y jugando con los más pequeños para que también aprendan inglés, también hace de agente de salud, curando pequeñas heridas, repartiendo vitamina C, medicamentos y colaborando en las operaciones de los más pequeños. - Me gustaría poder ayudar a todos, pero no tengo bastante dinero- dice.

Me gustó mucho conocerle y pasar un rato colaborando un poquito en su proyecto. Estaremos en contacto.
A las cinco de la mañana del día siguiente nuestro transporte nos dejó tirados, así que tuvimos que ir a pie al pueblo. De camino, al alba, pasó la china regente del resort donde nos habíamos alojado y nos dijo que tenía que ir a Dompu (primer destino de nuestra jornada) y que nos cobraba un ojo de la cara por llevarnos. Declinamos su amable oferta y continuamos caminando, cargados, los tres kilómetros que nos separaban del pueblo. Todo pasa por algo, y la suerte nos persigue, así que además de pasar un agradable rato con la gente, y practicar nuestro indonesio, nos paró un coche (el mismo, por cierto, que la última vez, pero con distinto chofer) que iba a recoger al aeropuerto de Bima (segundo destino de nuestra jornada) a un turista, y que cómo ya tenia el viaje pagado nos hacía un precio especial, este si, muy ventajoso. Nos reímos mucho pensando que de todos modos nos estábamos aprovechando de la amable empresaria china que prefirió dejarnos en el camino a cobrarnos menos por un viaje que ya tenía pagado de antemano, pues el vehículo en el que nos sentamos era de su mismo negocio, y ese dinerito iba a ir directo al bolsillo del joven chofer. En Bima tomamos un bus de lo más auténtico y cochambroso de Indonesia. Tan lento por toda la carga que llevaba que creo que habríamos llegado antes a pie. Pedro estuvo acunando en sus brazos los dulces sueños de una encantadora ancianita que se durmió después de convencerse de que no se la iba a comer. Dayla y yo nos cocimos sentadas encima del motor entre risas y abanicos. Llegamos a Sape, puerto donde sale el ferry a Flores, y después de tensas deliberaciones decidimos no pasar la noche allí, tomar el ferry de las cinco y llegar a Labuanbajo a la una de la noche. Nos salió muy bien. Pudimos dormir en una literas en el ferry y no nos fue difícil encontrar habitación al llegar a pesar de la hora. Tengo mucha calor, pero como podéis comprobar estoy inspirada. Mañana por la tarde llega Hugo... Tengo ganas de descubrir Flores.

2 comentarios:

  1. está claro que, llámalo suerte o como quieras, pero la alegría está de vuestra parte!!! el viaje que temíais está cargado de aventuras... adelante chic@s ... a darlo todo!!!

    ResponderEliminar
  2. Menudas aventurillas que vivimos!! Juhuuuuuu!! Huapita!!

    ResponderEliminar