Cuando ya nos aburrimos lo suficiente
de Sanur como para decidirnos a prescindir
de sus comodidades,
decidimos ir a las montañas centrales de Bali. Fuimos en bemo a la
terminal de autobuses de Ubung, en Dempasar. Cuando llegamos tuvimos
que esperar a que el minibus de la tarde se llenara, y así, la mar
de tranquilos llegamos a Munduk. Es un pueblo entre brumosas
montañas, muy pequeño. Nos alojamos con una abuela encantadora que
tenia unas habitaciones muy limpias y con espectaculares vistas.
Entre chaparrón y chaparrón fuimos a
dar un gran paseo hasta uno de los lagos volcánicos que hay cerca,
el Danau Tamblingan. Fue una caminata de varias horas, la mayoría
cuesta arriba, pero llegamos sin complicaciones gracias a las
indicaciones de los sonrientes lugareños. Me volví loca
fotografiando flores, también nos encontramos un templo rodeado de
selva y niebla lo cual le daba un aire de misterio. La vista del lago
fue preciosa, no se que tendrán esos lagos (su nombre técnico es
“maar”) que me parecen mágicos. Será que son silenciosos,
confinados en las paredes del crater, rodeados de selva y bruma.
Cuando volvíamos a Munduk nos cayó la de Dios y nos vimos
sumergidos en agua de lluvia, aunque siempre he pensado que mojarse
con la lluvia, mientras no haga frío, no es grave ¿no?
En un par de días decidimos marchar al
norte. Un transporte, con un conductor
avispado, nos llevó a
Seririt, ya que no nos pusimos de acuerdo en el precio para llevarnos
a Lovina. Cuando llegamos comentó con voz lastimera -¡Ooooh! No
beeeemos. 100.000 rupias y os llevo a Lovina. - ¡Si que hay vemos! -
Respondimos. Pero el señor no se paraba, alejándonos cada vez más
de lo que claramente era una estación de transportes. Al final,
después de que le gritáramos en indonesio que se parara lo dejamos
atrás con cara de susto, y cogimos un bemo que nos llevó a nuestro
destino por 20.000 rupias.
Al llegar a Lovina nos quedamos a
cuadros. Pensábamos que era un destino tranquilo, y resultó ser más
parecido a Kuta que a Amed. Como estamos en temporada baja, nos
abordaban por la calle ofreciéndonos de todo, y así en menos de 15
minutos ya teníamos habitación y salida submarina. Las calles
estaban medio desiertas, pero la cantidad de restaurantes, tiendas y
hoteles nos dieron una idea de como será en temporada alta.
Las imágenes son una preciosidad.
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