lunes, 30 de diciembre de 2013

Munduk y Lovina


Cuando ya nos aburrimos lo suficiente de Sanur como para decidirnos a prescindir
de sus comodidades, decidimos ir a las montañas centrales de Bali. Fuimos en bemo a la terminal de autobuses de Ubung, en Dempasar. Cuando llegamos tuvimos que esperar a que el minibus de la tarde se llenara, y así, la mar de tranquilos llegamos a Munduk. Es un pueblo entre brumosas montañas, muy pequeño. Nos alojamos con una abuela encantadora que tenia unas habitaciones muy limpias y con espectaculares vistas.
Entre chaparrón y chaparrón fuimos a dar un gran paseo hasta uno de los lagos volcánicos que hay cerca, el Danau Tamblingan. Fue una caminata de varias horas, la mayoría cuesta arriba, pero llegamos sin complicaciones gracias a las indicaciones de los sonrientes lugareños. Me volví loca fotografiando flores, también nos encontramos un templo rodeado de selva y niebla lo cual le daba un aire de misterio. La vista del lago fue preciosa, no se que tendrán esos lagos (su nombre técnico es “maar”) que me parecen mágicos. Será que son silenciosos, confinados en las paredes del crater, rodeados de selva y bruma. Cuando volvíamos a Munduk nos cayó la de Dios y nos vimos sumergidos en agua de lluvia, aunque siempre he pensado que mojarse con la lluvia, mientras no haga frío, no es grave ¿no?

En un par de días decidimos marchar al norte. Un transporte, con un conductor
avispado, nos llevó a Seririt, ya que no nos pusimos de acuerdo en el precio para llevarnos a Lovina. Cuando llegamos comentó con voz lastimera -¡Ooooh! No beeeemos. 100.000 rupias y os llevo a Lovina. - ¡Si que hay vemos! - Respondimos. Pero el señor no se paraba, alejándonos cada vez más de lo que claramente era una estación de transportes. Al final, después de que le gritáramos en indonesio que se parara lo dejamos atrás con cara de susto, y cogimos un bemo que nos llevó a nuestro destino por 20.000 rupias.
Al llegar a Lovina nos quedamos a cuadros. Pensábamos que era un destino tranquilo, y resultó ser más parecido a Kuta que a Amed. Como estamos en temporada baja, nos abordaban por la calle ofreciéndonos de todo, y así en menos de 15 minutos ya teníamos habitación y salida submarina. Las calles estaban medio desiertas, pero la cantidad de restaurantes, tiendas y hoteles nos dieron una idea de como será en temporada alta. 

El buceo no estuvo mal, en el noroeste de Bali, zona del Parque nacional, vimos
muchos corales y algunos peces. La parada para comer la hicimos en la isla Pulau Menjangan, llena de basura de las visitas, cosa que me sorprendió e indignó por igual. Es un parque nacional, y supongo que los turistas son occidentales con un mínimo de educación medioambiental, aunque quizá sea suponer demasiado. Vimos a un hermoso ciervo rebuscando entre las cajas de comida para llevar, fué un poco surrealista. En un par de día huimos de Lovina en dirección a Amed, destino donde ya habíamos pasado unos cuantos días con toda la pandilla al principio de nuestro viaje, y donde nos esperaban de nuevo Miguel y Anna.

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