domingo, 16 de febrero de 2014

¡Uh! ¡Qué susto!



Siete días en Perth, nada más, cuatro de ellos esperando el día en que sale nuestro avión a Kuala Lumpur.
Menudo susto que nos hemos llevado, huíamos de occidente y nos hemos metido en el pozo más oscuro de donde mana el capitalismo. Hermanos de la Gran Bretaña y primos del tío Tom nos han dejado temblando, acurrucados en un callejón con los ojos como platos (licencia poética, se entiende). Bueno, supongo que nuestra situación económica no es lo suficientemente crítica como para decidir quedarnos.



 A pesar del cariñoso recibimiento de Ainara, no nos ha gustado lo que hemos visto. Perth es un asentamiento Británico de apenas doscientos años, cuyos aborígenes originales se han convertido en los desposeídos de futuro. Me da mucha pena verlos callejear como zombis, con las ropas zarrapastrosas y la mirada perdida, rodeados del glamur y la asepsia de esta ciudad. Es raro caminar por sus calles de breve pasado, ¡Es todo tan nuevo! ¡Hasta lo viejo parece nuevo! Tienen desierto de sobra para construir, así que, aparte del centro, el resto se extiende a lo ancho, todo el mundo vive en una casita. Bueno, eso mola, aunque así las distancias se vuelven infinitas. Total, que nos vamos. Pero no sabemos dónde.



Por cierto, antes de venir aquí pasamos el año nuevo chino en Penang, una isla de Malasia. Es bonito el barrio antiguo, a ver si cuelgo las fotos.

Un abrazo, seguiremos informando.

 

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